La Escuela Infantil Talentos nace de una inquietud personal y profesional impulsada por dos personas formadas en el ámbito educativo. Tras compartir muchos años de amistad, decidimos embarcarnos en este apasionante proyecto al que dimos luz verde en mayo de 2018 y el que ha sido posible gracias a nuestra constante vocación. Nuestra motivación se centra principalmente en la necesidad de transmitir a las familias la etapa de educación infantil como la más importante de la vida, creando para ello, un proyecto basado en el respeto y el amor por los niños.
Nuestra misión se centra en el objetivo propio de la etapa de educación infantil, que es contribuir al desarrollo físico, social, intelectual y afectivo de todos los niños y niñas, así como ser partícipes de su evolución, aportándoles los valores y principios necesarios para desenvolverse de forma independiente y autónoma, y ayudarles a crear una identidad positiva, que les permita desarrollar al máximo sus capacidades y talentos.
CONOCE MÁSEn nuestra escuela apostamos por un espacio libre de tecnologías. Es evidente que la tecnología nos rodea, y que es una herramienta muy potente de información y formación, pero desde el centro nos preguntamos qué deja de hacer un niñx cuando está frente a una pantalla. Está dejando de moverse, de jugar, de experimentar, de relacionarse, etc.
En definitiva, no decimos “no” a la tecnología, sino “cuándo” es el momento de hacer uso de ella, y consideramos que en estas etapas es mucho más importante el juego, el contacto con la naturaleza, los cuentos, las rutinas, pero sobre todo el fomento de la creatividad y la imaginación, aspectos sumamente importantes para la resolución de los problemas a los que luego se van a enfrentar en la vida.
El niño tiene
cien lenguas
cien manos
cien pensamientos
cien maneras de pensar
de jugar y de hablar
cien, siempre cien
maneras de escuchar
de sorprenderse, de amar
cien alegrías
para cantar y entender
cien mundos
que descubrir
cien mundos
que inventar
cien mundos
que soñar.
El niño tiene
cien lenguas
(y además cien, cien, y cien)
pero se le roban noventa y nueve.
La escuela y la cultura
le separan la cabeza del cuerpo.
Le hablan:
de pensar sin manos
de actuar sin cabeza
de escuchar y no hablar
de entender sin alegría
de amar y sorprenderse
sólo en Pascua y en Navidad.
Le hablan:
de descubrir el mundo que ya existe
y de cien
le roban noventa y nueve.
Le dicen
que el juego y el trabajo,
la realidad y la fantasía,
la ciencia y la imaginación,
el cielo y la tierra,
la razón y el sueño,
son cosas
que no van juntas.
Le dicen en suma
que el cien no existe.
Y el niño dice:
En cambio el cien existe.