Una de mis frases favoritas es: "El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender". Donde cada niño y niña cree ciegamente en su propio talento puesto que no tienen miedo a equivocarse. Por ello, soy la que cuida de cada uno de sus potenciales para asegurarme que lograrán todo aquello que se propongan.
La Educación Infantil es la etapa más importante de un individuo ya que comienza a desarrollarse la personalidad de cada uno. Debido a ello, tengo la gran responsabilidad de que si un niño no puede aprender de la manera en la que le enseño, le enseñaré de la manera en que él aprende.
Además, también es muy importante mi labor como maestra, ya que soy la guía que motiva a mi alumnado para no tener que enseñar, sino que simplemente ellos quieran aprender. Para ello, garantizo que todos los aprendizajes son significativos activando los centros emocionales.
Asimismo, no me gusta proporcionar a mi alumnado lo que ellos quieren sino simplemente lo que realmente necesitan: afecto, respeto, educación en valores y buenos modelos en los que ellos puedan fijarse.
Su base educativa constará de: la manipulación, la investigación y la experimentación; no olvidando que son ellos el centro del proceso enseñanza-aprendizaje.
Pero para que esta transformación se produzca, simplemente os lanzo una pregunta que todo docente debería replantearse al menos una vez en su vida: ¿os gustaría ser alumnos de vuestra propia clase?
Porque al fin y al cabo, si el viaje de la educación es tan largo, ¿por qué no lo hacemos más ameno y de manera cooperativa?